viernes, 12 de marzo de 2010

Y ahí estábamos Javier y yo, compartiendo el mismo dolor. Era la más profunda y agobiante de las tristezas. Se nos había ido. Él la mató y nada podíamos hacer para que ella volviera a la vida. 

Nunca le dije cuánto la amaba y ahora que no está, no tengo porque hacerlo. Javier nunca lo sabrá, sólo le causaría más dolor y rabia. 

A mi mente ahora llegan varios recuerdos, las largas y apasionantes clases de filosofía, Jean Paul Sartre, Simone De Beauvoir, el feminismo y lo auténtica que era. 

Jordana fue mi primer amor, habría sido perfecto , si no fuera porque yo era su estudiante más querida. Ella siempre me vio como una niña muy brillante, aplicada y divertida. Compartíamos largas horas hablando de la vida, los sueños, la liberación sexual y el amor. Ella me contaba lo desafortunada que había sido en este ámbito, cosa que en algo me alegraba, pues después de tantas desilusiones podría llegar a fijarse en mi. 
Jordana había tenido algunas relaciones con mujeres, de ellas apreciaba lo simbólicas y sensibles. Les parecía una maravilla. Sin embargo, prefería la indiferencia, rudeza y displicencia de los hombres. Como me hubiera gustado ser mucho más masculina. 

Teníamos muchas cosas en común, era imposible que dos personas tan parecidas, no pudieran llegar a ser más que amigas. 

1 comentario:

  1. ¿Por acá comenzarías Mónica? O tal vez es un momento al que vas a llegar. Ayer miraba una película donde hablaban precisamente de lo que sucede cuando se mata al motivo del mayor odio y tal vez del mayor amor, ahora qué los va a mover, cuál entonces será el motor de sus existencias si estaba representado en Jordana, en querer ser como ella, en convertirla en su objeto, tal vez casi en un fetiche, o en un Atrapa sueños como los que ella tanto amaba.

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